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Burmeister y sus científicos alemanes


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Entre los alemanes que llegaron a Argentina en el siglo XIX hubo notables científicos, que comenzaron explorando y documentando las realidades del joven país. Uno de ellos fue Karl Hermann Konrad (o Carlos Germán Conrado) Burmeister, quien ya poseía renombre como naturalista en Alemania y quien mantenía contactos con el célebre Alexander von Humboldt. Éste intercedió para que Burmeister pudiese efectuar dos viajes de exploración a América, primero a Brasil (1850-1852) y luego a Argentina (1857-1859).

Burmeister volvería a Argentina en 1862, y esta vez se quedaría para siempre. El entonces Presidente Mitre y el Ministro (y luego Presidente) Sarmiento lo nombraron Director del Museo de Buenos Aires (hoy Museo Nacional de Buenos Aires), desde donde Burmeister desplegó una intensa actividad de clasificación y documentación de fósiles, publicando numerosos trabajos. Entre otros hechos salientes de la actuación científica de Burmeister merecen destacarse la fundación de la Academia Nacional de Ciencias Naturales de Córdoba y su rivalidad científica con Florentino Ameghino debido a la teoría de la evolución de Darwin.

Burmeister convocó a varios docentes extranjeros (especialmente alemanes) para que trabajasen en la Academia Nacional de Ciencias Naturales de Córdoba. Entre éstos se hallaban figuras de la talla de Friedrich Wilhelm Karl Berg, Paul Günther Lorentz, Alfred Stelzner, Ludwig Brackebusch y los hermanos Döring, entre otros.

Berg, joven zóologo alemán que ya contaba con una notoria trayectoria científica en Riga, enseñó zoología en Córdoba y Buenos Aires, y recorrió extensamente el territorio argentino en sucesivas campañas, explorando y documentando la fauna local, y especializándose en el estudio de insectos. Berg terminaría radicándose en Argentina y, a la muerte de Burmeister (1892), lo sucedió como Director del ya Museo Nacional de Buenos Aires.

Pablo Lorentz ocupó la cátedra de botánica en Córdoba y realizó expediciones al norte de la región del Litoral y a la Patagonia. En esta última (la célebre "Conquista del Desierto") Lorentz fue miembro del cuerpo de científicos que formó parte de la expedición, junto con el zóologo Adolfo Döring, el preparador zóologo Federico Schultz y el naturalista Gustavo Niederlein (todos alemanes y miembros de la Academia Nacional de Ciencias Naturales de Córdoba. Sus estudios y colecciones botánicas fueron muy útiles para el posterior conocimiento y clasificación de la flora argentina. Lorentz también terminó radicándose en Argentina, y su ayudante y colaborador Jorge Hieronymus lo reemplazaría en la cátedra de botánica.

Hieronymus había llegado a Argentina en 1872, y desde el primer momento se reveló como un entusiasta estudioso de la flora. Participó en una expedición al noroeste argentino y, junto con su mentor Lorentz, reunió una importante colección de hierbas argentinas que ambos enviarían al botánico August Grisenbach en Göttingen (Alemania).

Por su parte, Alfredo Stelzner dio un gran impulso a las disciplinas de geología y mineralogía en Argentina. Exploró las sierras de Córdoba y describió la existencia en Catamarca de una piedra semi-preciosa que sería con el tiempo la piedra nacional argentina: la rodocrosita o "Rosa del Inca".

Luis Brackebusch reemplazó a Stelzner cuando éste regresó a Alemania (1875) y continuó sus trabajos. Ocupó la Cátedra de Mineralogía de la Universidad Nacional de Córdoba y la dirección del Museo de Mineralogía (hoy Museo de Mineralogía y Geología "Dr. A. Stelzner"), llegando a establecer el primer mapa científico descriptivos de los minerales argentinos. Un mineral descubierto en las sierras de Córdoba lleva su nombre: la brackebuschita.

Con Brackebusch llegaron a Argentina dos hermanos científicos, Oscar y Adolf (o Adolfo) Döring, que se radicarían en Argentina. El primero fue un notable físico y matemático que efectuó importantes observaciones meteorológicas y magnéticas. Su hermano Adolfo fue zóologo, químico y geólogo, que efectuó expediciones a la región de Córdoba y a la Patagonia (participó como expedicionario científico en la "Campaña del Desierto") y cuyos trabajos incluyen, entre otros, estudios sobre las aguas y sobre las rocas sedimentarias.

Pero la ola de "científicos alemanes" continuó: en 1887 el geólogo Wilhelm (o Guillermo) Bodenbender y el botánico Friedrich (o Federico) Kurtz eran comisionados por la Academia Nacional de Ciencias Naturales de Córdoba a explorar el noroeste patagónico, de donde obtendrían un herbario de más de mil ejemplares y numerosos fósiles del Jurásico. También ellos terminarían radicándose en Argentina.

Cuando Brackebusch regresó a Alemania, Bodenbender lo sucedió en 1891 como profesor de geología y mineralogía en la Universidad Nacional de Córdoba, mostrándose como un excelente continuador de sus trabajos y los de Stelzner. Bodenbender se hizo socio de la Deutsche Geologische Gesellschaft (Sociedad Geológica Alemana) (1889) y, si bien inicialmente publicaba en idioma alemán en revistas alemanas, progresivamente comenzó a publicar más y más en español, a menudo en los boletines de la misma Academia Nacional de Ciencias Naturales de Córdoba. Asimismo completó los importantes archivos de sus antecesores Stelzner y Brackebusch sobre la geología del centro y noroeste de Argentina, con datos sobre metalogenia y sobre el agua subterránea, entre otros.

Por su parte, Friedrich (o Federico) Kurtz se hizo cargo de la cátedra de botánica de la Universidad Nacional de Córdoba en 1884, desde donde supo continuar los trabajos de Lorentz y Hieronymus. Fue asimismo amigo de los científicos Francisco Pascasio Moreno, Florentino Ameghino y Eduardo Ladislao Holmberg (miembro de una notable familia de científicos argentinos de origen austríaco), con quienes efectuó una interesante exploración del Chaco (1885).

¡Cuánto debe la ciencia argentina a estos notables alemanes! En un momento en que Argentina comenzaba a surgir con sus aciertos y errores, ellos contribuyeron a sistematizar y perfeccionar el relevamiento cartográfico del suelo, de la flora y de la fauna del joven país. Hoy sus nombres continúan resonando con respeto y admiración en la Academia Nacional de Ciencias Naturales de Córdoba. Son Burmeister y sus científicos...